No debemos caer en derrotismos

Es evidente que aún en nuestros días hay una parte importante de la sociedad que sigue considerando al emprendedor, al de éxito, a aquel que saca adelante su proyecto, como algo nocivo, antisocial y al que se acaba por achacar todos los males, o gran parte de los mismos,  que acaecen en estos tiempos de zozobra.

La noticia de la decisión de Arcelor de cerrar parcialmente la planta de Zumarraga, con impacto en numerosas familias relacionadas directa o indirectamente, y al entorno en el que se ubica, ha supuesto un jarro de agua fría en los indicadores que reflejan la progresiva, aunque más lenta de lo que nos gustaría,  recuperación de la actividad económica. Siempre lo es, pero más aún, si cabe, en una comarca que va perdiendo progresivamente su pujanza industrial de un tiempo a esta parte.

El tejido industrial de Urola Garaia ha estado tradicionalmente unido al sector siderometalúrgico, y es de conocimiento generalizado la situación por la que en los últimos tiempos está pasando esta rama industrial: altos costes energéticos, escasa inversión, “dumping” (venta a precio inferior al coste) de empresas de países emergentes, adquisiciones de plantas por grandes multinacionales sin ningún tipo de arraigo ni sensibilidad local.

Aún así, no debemos caer en derrotismos.

Debemos interiorizar que la justicia social, el desarrollo competitivo generador de riqueza y empleo, no es posible sin un tejido empresarial potente que aporte valor a la sociedad. No es posible pensar que se puede llegar a niveles de bienestar como los que hemos alcanzado (basta salir un poco de nuestros territorios para darse cuenta de ello) sin una apuesta clara y decidida de nuestras  instituciones, todas ellas alineadas y coordinadas en una misma dirección para favorecerlo. Es necesario, en Euskadi llevamos mucho tiempo apostando por ello, crear un microclima favorable que haga del nuestro un país atractivo, diferenciado,  en el que las empresas que están se sientan cómodas, y no se planteen deslocalizarse, y, entre aquellas que piensan abrir un negocio, que nos consideren entre sus posibles alternativas.

Política industrial, infraestructuras, fiscalidad, formación, implicación de los empresarios/trabajadores en el proyecto empresarial… Muchas son las variables de las que depende una decisión empresarial. Y a fuer de ser sinceros, nuestras instituciones, Gobierno Vasco, Diputaciones (con alguna excepción temporal) y Ayuntamientos, llevan mucho tiempo apostando por la creación de ese microclima favorecedor que hace que el desarrollo empresarial se refleje como consecuencia en unas políticas sociales que son un modelo admirado como modelo a seguir o, por destacar otro dato, una tasa de paro que siendo preocupante, del 12,9% en Euskadi dista en 8 puntos al de España, del 20,9% en 2015.

En este sentido, recientemente el prestigioso periódico británico The Financial Times, ha señalado que Euskadi es la primera mejor región europea de tamaño medio  en conectividad (logística) y la sexta con mejor estrategia de atracción a la inversión extranjera.

Los mimbres están y se siguen desarrollando. Situaciones como la de Zumarraga no deben empañar un esfuerzo denodado de nuestras instituciones en favor de un modelo económico y social justo y equilibrado, como es el vasco. Harina de otro costal son las decisiones empresariales, corporativas e intransferibles, que en ocasiones nublan todo el trabajo desarrollado por las instituciones, que no se dedican, debemos ser conscientes de ello, a fabricar perfiles de metal ni lavadoras.

No hay comentarios

Lo sentimos, el formulario de comentarios está cerrado en este momento.