Los aranceles de Trump

Luke Uribe-Etxebarria ApalategiSenador EAJ/PNV

El acuerdo sobre los aranceles entre los Estados Unidos y la Unión Europea deja un sabor muy agridulce. Parece claro que en los mandatarios de la Comisión Europea ha primado el mal menor. Frente a los modos y maneras de Trump, han tratado de evitar la escalada de la guerra comercial de Trump y de ofrecer, por el contrario, certidumbre y previsibilidad a la planificación inversora de las empresas, aunque el escenario sea peor que el anterior. Quizás se podría haber hecho mejor. Y quedan por analizar detalles importantes del acuerdo.

Como hemos puesto de manifiesto más de una vez en el Senado, la UE es la mayor potencia comercial del mundo y una de las economías más abiertas. Es una potencia comercial global. Es clave en el comercio mundial (representa el 15% del total), con una presencia muy fuerte en la exportación e importación de bienes y servicios. Su peso en la economía global la sitúa como un socio estratégico para múltiples mercados. Un tercio del producto interior bruto de la UE depende del comercio. Buena parte de la prosperidad que disfrutamos en Europa y en Euskadi se la debemos a los mercados abiertos y a nuestra capacidad comercial. Y cuando estos se cierran o se dificultan arbitrariamente, sufrimos.

Sin embargo, esa potencia supone, al mismo tiempo, y aunque parezca contradictorio, una debilidad debido a la dependencia europea de un comercio mundial abierto y equilibrado que, en ocasiones, no puede dominar. Probablemente, avanzando de manera determinante en su Autonomía Estratégica con un mercado interior más integrado y común en ámbitos como la energía, las telecomunicaciones y los capitales, así como con una verdadera política exterior y de seguridad común, la historia hubiera sido otra. Y en ese caso, quizás, la Comisión Europea se hubiera atrevido a recurrir, por primera vez, al Instrumento Anti-Coerción, aprobado a finales de 2023 y que permite tomar medidas no arancelarias contundentes.

La Unión Europea y los Estados Unidos tienen la mayor relación bilateral de comercio e inversión del mundo. Disfrutan de la relación económica más integrada del mundo, teniendo en cuenta los intercambios de bienes, servicios y la inversión.

Millones de puestos de trabajo en los Estados Unidos están relacionados con el comercio y la inversión entre la UE y los Estados Unidos. La Unión Europea es una fuente confiable de suministros críticos para los Estados Unidos, incluidos, ingredientes medicinales y productos farmacéuticos, maquinaria y equipos avanzados, y piezas y componentes aeroespaciales.

El panorama comercial nos arroja los siguientes datos: el comercio de bienes y servicios entre la UE y los Estados Unidos alcanzó la impresionante cifra de 1,6 billones de euros en 2023; esto significa que cada día, 4.400 millones de euros en bienes y servicios cruzan el Atlántico bidireccionalmente entre la UE y los Estados Unidos; las empresas de la UE y de EE.UU han invertido 5,3 billones de euros en sus respectivos mercados, en datos de 2022; las exportaciones de bienes y servicios de EE.UU a la UE sustentan 2,3 millones de puestos de trabajo en EE.UU, y las inversiones de las empresas de la UE en EE.UU emplean a 3,4 millones de personas.

Se puede afirmar que el comercio de bienes y servicios entre la UE y los EE.UU está equilibrado, porque la diferencia entre las exportaciones de la UE a los EE. UU. y las exportaciones de EE. UU. a la UE se situó en 48 000 millones de euros en 2023. El equivalente a solo el 3% del comercio total entre la UE y los Estados Unidos. De ahí que la guerra comercial desatada por Trump sea Injusta, incomprensible e inaceptable. Una guerra que ya está teniendo consecuencias para el comercio mundial y para su propia economía.

Desde un punto de vista económico y comercial, los aranceles de Trump no se han estimado por ningún método científico, sino simplemente como el cociente entre el déficit comercial y las importaciones bilaterales.

La cifra de “aranceles recíprocos” es totalmente arbitraria. Conviene destacar que: la lógica mercantilista de Trump considera que el déficit comercial es malo en sí mismo y que el déficit bilateral es consecuencia del proteccionismo, y no de la especialización. Este planteamiento llevaría al absurdo de que, si aplicáramos la misma fórmula de “aranceles recíprocos” para los servicios (donde EE.UU es líder y tiene superávit con la mayor parte de los países), la UE debería imponer un arancel del 18% a los servicios estadounidenses, China del 22% y Corea del 20%, por poner sólo unos ejemplos.

A efectos macroeconómicos, los saldos relevantes no son los bilaterales, sino el saldo global por cuenta corriente, y ese no se reduce con aranceles, sino con un aumento del ahorro público y privado en relación con la inversión.

Trump se equivoca gravemente. Nos perjudica, pero perjudica a su país también como ya ha puesto de manifiesto el canciller Merz. Al tiempo.

Es un hecho que, en general, los productos europeos (dejando al margen los servicios) son más competitivos en calidad y precio que los norteamericanos. Fabricamos mejor manufactura que los americanos (los automóviles son un ejemplo). El aumento de los aranceles de Trump será negativo para nosotros, porque se reducirán nuestras exportaciones. Pero también para los consumidores norteamericanos. Con un preocupante efecto: un alza de la inflación debido al aumento de los precios de los productos europeos, de los cuales muchos consumidores norteamericanos son cautivos o disponen de un hábito de compra que les resultan imprescindibles para mantener su calidad de vida y productividad, a falta de unos productos sustitutivos “made in USA” de igual calidad y prestaciones.

Trump ha utilizado a Japón y la UE como avanzadilla y ejemplo para enfrentar su gran reto: reducir su déficit comercial con China que, en 2024, se elevó a 295 mil millones de dólares. Veremos qué dan de sí las conversaciones que ambas potencias celebran actualmente en Estocolmo.

Entretanto, el Gobierno Vasco, con previsión y visión, ya dispone desde abril de un Plan para hace frente a los aranceles de Trump, elaborado conjuntamente con las empresas afectadas por un valor de 2.150 millones de euros. Se trata, como señaló el lehendakari, de proteger a las empresas vascas, al empleo y el bienestar de la sociedad vasca. Se trata de avales y líneas de financiación para defender y seguir transformando el tejido productivo vasco y, aspecto muy importante, ayudar en la búsqueda de nuevos mercados internacionales.

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