
10 uzt. Modelos distintos para futuros diferentes
Markel Olano Arrese
Vivimos tiempos en los que felizmente existe un consenso generalizado entre la representación política vasca en torno a la importancia que tiene nuestra industria a la hora de conformar una sociedad avanzada y cohesionada. Llama especialmente la atención, en esta cuestión, la evolución de la izquierda abertzale hoy bajo las siglas de EH Bildu.
Hasta tal punto ha modificado la Izquierda Abertzale su posición, que el mismo Pello Otxandiano llegó a afirmar en el monográfico sobre economía e industria que se celebró en el Parlamento Vasco el pasado 4 de junio que “lo que hemos tratado de hacer es identificar cuál ha sido el modelo vasco, el modelo vasco que ha estado vigente en estos tres territorios durante 40 años, y tratar de actualizarlo”.
La gran pregunta es si este cambio espectacular en la comunicación obedece a una evolución profunda en el modelo político o se trata de un movimiento táctico que pretende centrar a EH Bildu ante los ojos de la opinión pública vasca. Por ahora, yo observo muchos más elementos de lo segundo que de lo primero.
En primer lugar, al contrario de lo que afirma Otxandiano, no se ha producido una identificación rigurosa del modelo vasco. En lugar de interiorizar las enseñanzas que aportan distintos miembros de la Academia, por ejemplo, Orkestra, que analiza pormenorizadamente el modelo vasco de competitividad, se opta por formular lecturas genéricas sobre el “fracaso del modelo neoliberal” para pasar a propuestas concretas que pretenden visualizar un modelo diferenciado.
Pero el modelo socio-económico vasco no se puede despejar de un modo tan frívolo. Es importante subrayar sus pilares fundamentales para poderlos interiorizar y preservar, porque son los que nos han traído hasta nuestros días constituyéndonos en un País que ha sabido preservar su estructura industrial y su cohesión social en un contexto internacional adverso.
En un informe de 2021, Orkestra resume las tres fases principales que ha vivido la política industrial vasca a lo largo de las últimas décadas: “La de 1980 se caracteriza por la creación de un nuevo gobierno regional y por la importante reestructuración industrial que se tuvo que abordar para responder a la profunda crisis económica de aquellos años. Este proceso llevó a que en la década de 1990 se desarrollara una estrategia de competitividad para la mejora de la eficiencia, la diversificación hacia nuevas actividades no basada en la I+D y la internacionalización, todo ello muy basado en la clusterización. En los 2000 se evolucionó hacia una diversificación industrial basada en un esfuerzo continuo en innovación y en el avance científico”.
Junto con ese esfuerzo ímprobo por construir un modelo industrial competitivo, Euskadi ha apostado por un sistema educativo y sanitario robusto y una red de bienestar social potente que ha consolidado lo que Orkestra denomina un modelo de “competitividad en solidaridad”, el cual ha sido analizado como caso de éxito por varios estudios internacionales. Por ello tratar de despejar nuestro modelo socio-económico tildándolo de “neoliberal” no es solamente injusto, sino que muestra una clara incapacidad de aprender de lo que se ha hecho bien para afrontar con solvencia los retos de futuro.
Pero hay otro elemento que marca profundamente el modelo socio-económico que defiende EHBildu: su obsesión intervencionista. A lo largo del citado debate monográfico, Otxandiano trató de justificar la necesidad de una creciente intervención en la economía de la Administración pública vasca citando, por ejemplo, el último libro de Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía y uno de los principales críticos del neoliberalismo y la desigualdad que genera. Sin embargo, Stiglitz, en el citado libro (“Camino de Libertad”), fija su posición con claridad: “La redistribución, la financiación de inversiones públicas con un alto rendimiento mediante impuestos progresivos, y hacer que las reglas del juego económico favorezcan a los trabajadores corrientes mediante la redistribución –es decir, cambiar la distribución de los ingresos en el mercado para que sea más equitativa- son políticas deseables”.
Cuando Stiglitz habla de las “reglas del juego económico”, se refiere a las regulaciones que ha ido debilitando el neoliberalismo, provocando en Estados Unidos una extraordinaria concentración de poder de mercado en muchos sectores. Por lo tanto, Stiglitz pone el acento en la fiscalidad, la inversión y la regulación y no en la intervención directa de la administración pública en la economía.
Esta es una cuestión nuclear, porque no podemos olvidar que el propio Joseph Stiglitz nos visitó en 2018 y subrayó que Euskadi es uno de los sitios en el mundo que está haciendo bien las cosas, sobre todo por nuestra capacidad de transformar nuestra industria y por el fortalecimiento de mecanismos de solidaridad como el cooperativismo vasco. Stiglitz ubica en nuestro pequeño País un modelo que refleja la posibilidad real de generar alternativas exitosas al neoliberalismo. Es, por tanto, de nuevo totalmente injusto utilizar a un autor de fama mundial, poniendo en su boca lo que no dice para criticar un modelo que este autor, de hecho, defiende.
La obsesión intervencionista es, de hecho, el único elemento de peso que diferencia el modelo de EH Bildu del actualmente vigente. Es más, miembros destacados de Sortu afirman que, mucho más allá de la intervención, es absolutamente necesaria la planificación de la economía. Y ello nos da cuenta de que, más allá de maquillajes tácticos, estamos ante modelos distintos que nos llevarían a futuros totalmente diferentes.
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