Sonría, por favor

Jon Insausti Maisterrena, concejal de Cultura, Euskara y Turismo del Ayuntamiento de Donostia

Los Juegos Olímpicos celebrados en París han dejado en el imaginario la superación de decenas de récords. Hitos que no se limitan solo al ámbito deportivo: el país anfitrión ha superado la barrera de los 100 millones de turistas el pasado ejercicio. Medalla de oro para los galos. No muy lejos, medalla de plata, se encuentra España, donde la marca se eleva hasta los 94 millones de turistas, un 10% más que el año anterior. Ambos son los países que más visitantes reciben a nivel mundial. En un punto entre estos dos colosos del turismo mundial se encuentra situada nuestra ciudad, Donostia. Algo parece indicar que la llegada de visitantes procedentes de los cuatro puntos cardinales es inevitable.

Todos los estudios prospectivos señalan que el turismo sigue en auge a nivel global. La recuperación económica, la estabilidad geopolítica y el cambio climático están redirigiendo el interés hacia destinos con temperaturas más agradables y menos saturados, donde el turista evita el ‘overtourism’. Además, crece la demanda de experiencias culturales, eventos en vivo y gastronomía local, y es así como el turismo urbano gana dinamismo frente a los destinos vacacionales tradicionales. Ya no hablamos solo de turismo: el propio concepto se empieza a quedar limitado para abarcar la constante ‘hipermovilidad’ de las personas. Hablamos de la existencia de nuevas formas de trabajo, la desestacionalización, el aumento de la esperanza de vida, la buena salud y poder adquisitivo del que gozan nuestros mayores para poder viajar.

Ante este fenómeno imparable, lo que nos ocupa y preocupa desde la Administración Pública es preparar la ciudad y a la ciudadanía para que su impacto nos beneficie a todos. El turismo tiene que influir en el avance común de sus habitantes. Los retos derivados del turismo no son exclusivos ni únicos de Donostia, se dan en todo el mundo, con especial énfasis en las ciudades de la vieja Europa. La realidad turística en nuestra municipio es diversa, ya que se manifiesta de manera desigual en la ciudad, ni el número de alojamientos o la concentración de personas es la misma. Es más, como capital de territorio, tenemos que admitir que somos nosotros y los vecinos de los municipios del entorno los que hacemos mayor uso de ella. Lo que no quita para que tengamos que diseñar medidas en función de nuestra propia realidad.

Por todo ello, el objetivo principal debe de ser profundizar en la gestión del turismo, lo que significa, ante todo, favorecer al residente. El turismo ni es beneficioso ni perjudicial por sí solo. Su impacto depende de cómo se planifique, regule y ejecute. Creemos en un desarrollo turístico que mejora la calidad de vida de los habitantes.

A la hora de abordar el debate turístico tenemos que evitar caer en una carrera de medidas, limitaciones y restricciones, ya que podemos terminar en una suerte de promesas y expectativas que no nos llevan a ningún lado. Las decisiones que tomemos tienen que estar alineadas con la realidad de la ciudad, sustituyendo los debates ideológicos por un análisis basado en el conocimiento. Esa es la lógica que han seguido medidas como la limitación de grupos guiados de visitantes, declarar la Parte Vieja zona saturada, la creación del observatorio de turismo, la suspensión de licencias de hoteles o las de las viviendas de uso turístico en toda la ciudad.

La gestión municipal requiere de herramientas locales. La conocida como tasa turística (impuesto a la estancia en alojamientos turísticos) es una herramienta necesaria y coherente con la política de Donostia, ya que permite atender mejor nuestra realidad. Recaudada íntegramente por el Ayuntamiento, asegurará que el impuesto beneficie directamente al destino, fortaleciendo la economía local y mejorando la calidad de vida de los donostiarras.

Hay quien piensa que todavía hay margen de crecimiento y también quien tiene una oposición frontal al turismo, al que se le culpa de todos los males de la ciudad. La mayoría de la gente se sitúa en el centro. La ciudadanía asume que el turismo forma parte de la estructura social y económica, pero también cree que hay que gestionarlo mejor.

Tengo la certeza de que las alianzas son necesarias para tener éxito en la gestión de lo pública. En este caso, el impuesto nos permitiría mostrar una imagen en la que Ayuntamiento, industria turística, turista y ciudadanía estamos alineados bajo un bien común.

Una de las campañas que guardamos con mucho cariño en el imaginario donostiarra es aquella que empleaba el eslogan ‘Sonría, por favor’. Su letra reza lo siguiente: ‘Sonría, por favor, que la sonrisa es salud y buen humor”. Aquella campaña tenía como objetivo el atraer visitantes, hacer que Donostia fuera una ciudad acogedora, y para ello, implicaba a las y los donostiarras.

No tengo ninguna duda de que las y los donostiarras tenemos que ser el eje del sistema turístico, pero para ello es importante seguir desarrollando herramientas propias para que sigamos gozando de salud y buen humor.

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