Democracia: Euskadi no es España

Otra vez elecciones. Y después, qué. Lo fundamental no es si el resultado será parecido o si se producirá el sorpasso, sino la razón por la que se volverá a las urnas. El problema es la situación en que se halla la democracia en España. No es una cuestión coyuntural. Bien que lo sabemos los vascos.

Recordemos el nulo respeto que tiene Madrid a lo decidido por la mayoría de nuestro pueblo. El Partido Nacionalista Vasco ha denunciado con contundencia que la democracia en España es de mala calidad, hecho que hemos sufrido con creces en nuestro pueblo. Ahora les ha tocado a los propios españoles padecer las consecuencias.

La democracia no se sostiene de cualquier modo: es un ejercicio continuo, basado en la cultura del diálogo y del acuerdo. Es precisamente de lo que carece la política en España: diálogo, respeto mutuo, voluntad de entendimiento, cumplimiento de la palabra dada; por el contrario, sobreabundan la intolerancia, la desconfianza, la soberbia y el postureo. En esta guerra pierden los ciudadanos y la democracia acaba paralizada. Es un mal que se da en la política española, tanto en las marcas tradicionales como en las nuevas. Son incapaces de ponerse de acuerdo en nada excepto en una cosa: no dudan en unirse contra los derechos nacionales de Euskadi y Catalunya. En definitiva, dirán en vano que es necesario un “gobierno del cambio”: nada cambiará mientras no cambie el fondo, el modo de concebir y hacer política.

En Euskadi la cultura política es diferente. Hemos recorrido un camino que, no exento de dificultades, ha fortalecido la democracia. La clave está en aunar los intereses legítimos de los partidos y el interés general del pueblo. Son muestra de ello tantas coaliciones de gobierno y demás pactos, acorde con la responsabilidad política. El modo de hacer política en Gipuzkoa, en Euskadi es también una característica de la propia sociedad vasca, reflejo de la respuesta que exige la gente.

La democracia es un ejercicio exigente y su autenticidad se manifiesta cuando el pueblo y la gente son el valor superior. Esta visión es propia del Partido Nacionalista Vasco y procura realizarla cuidando la calidad democrática. Una vez más, todos estamos llamados a actuar con madurez y el PNV confía en las guipuzcoanas y guipuzcoanos. Será responsabilidad de la ciudadanía decidir quién actúa debidamente, a favor de la democracia y nuestro pueblo. Siendo vascos y abertzales, cuidado con caer en el torbellino y la bronca española. Lo nuestro no es España y en absoluto aceptaremos su contaminación política. Tenemos a quién mirar: a la sociedad vasca y a Euskadi. Y tenemos el modo de defender lo nuestro: haciendo fuerte el nacionalismo vasco.

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