Swaps, Bildu o como convertir lo idóneo en tóxico

Para poder entender el despropósito perpetrado por Bildu en el tema de los residuos, también con los swaps, conviene explicar qué son. Los swaps son un producto financiero que sirve para asegurar que las variaciones en el tipo de interés no hagan inviable un proyecto. Permiten transformar un préstamo a tipo variable (referenciado a Euribor) en un préstamo a tipo fijo.

Cómo funcionan: el cliente paga al banco el interés variable, es decir, el euribor. Pero como consecuencia del swap, a su vez el banco nos devuelve ese dinero, y el cliente paga al banco el interés fijo pactado en el swap. En nuestro caso, el 4,31% fijo para toda la vida del préstamo.

El swap, igual que un préstamo a tipo fijo, permite conocer exactamente cuánto vas a pagar de intereses a lo largo de la vida del préstamo. El BEI (Banco Europeo de Inversiones) y la banca comercial, prestamistas del dinero para las infraestructuras aprobadas en la Norma Foral, exigían esa certidumbre que evitase riesgos en la solvencia del proyecto. Algo normal en inversiones de esta envergadura.

GHK, en febrero de 2011 contrató el swap sobre un contrato de financiación ya FIRMADO por 223,4 millones y otros en tramitación. Sobre un plan de facturación detallado. Y no solo para la incineradora y la planta de TMB: las estaciones de transferencia o el cubrimiento de Lapatx también estaban en ejecución, todas ellas con plazos de pago establecidos que permitían conocer el préstamo a disponer en cada momento. No eran unas previsiones imaginarias: eran contratos de construcción firmados y un plan de inversiones calendarizado y en ejecución… hasta la llegada de Bildu a GHK/Consorcio.

La reciente sentencia sobre los swaps abunda en la sentencia de 1ª instancia de 2015, también desestimatoria ante la demanda presentada por Bildu.

En las 176 páginas de la misma, se desmontan todos los argumentos esgrimidos por Bildu en su recurso, y cita textualmente «Y, pese a ser reiterativos, los swaps contratados en los términos contractuales en que se hizo se acoplan perfectamente a los contratos de crédito a fin de que operen durante su vigencia como una auténtica cobertura». También dice: “es claro que las partes no contrataron un producto de inversión autónomo y de carácter especulativo, sino que las permutas financieras (swap) se suscriben como cobertura del riesgo de subida de los tipos de interés variable referencial pactado en los contratos de crédito concertados con las entidades bancarias demandadas y con el BEI” Y “la finalidad de contratación de los swaps era evitar, paralizar o minimizar el riesgo de las variaciones de los tipos de interés que afectaba a esas operaciones de financiación, estabilizando así su coste financiero.”

Bildu, embriagado de su dogmatismo, actuó contra ley, despreciando a las Juntas Generales de Gipuzkoa -tal y como apuntan las recientes sentencias- al paralizar en 2011 la construcción de la incineradora, y al proceder a la rescisión del contrato en 2013. Dejando al territorio sin infraestructuras y con unos pagos pendientes desorbitados.

La diferencia entre un swap de cobertura de riesgo con respecto a un swap especulativo la aclaran los jueces en la sentencia: el swap se convierte en especulativo en el momento en que se decide la no disposición del préstamo por abandono del proyecto sin cerrar el contrato de financiación, que es lo que hizo Bildu.

Aún en ese caso, decidido el abandono del proyecto, cabía la posibilidad de deshacer el swap, de negociar la recompra del mismo, o de aplicarlo a otra financiación de otro proyecto. O bien podían seguir manteniéndolo, convertido en especulativo, que es lo que hicieron. El coste de hacerlo entonces hubiese sido de 20 millones en octubre de 2011.

Bildu hizo lo peor: abandonó el proyecto, dejó de pagar, demandó a los bancos y, como consecuencia de las sentencias, ahora los bancos podrán decidir si exigen o no, el rescate de los swaps. Ahora no queda margen de negociación, ya no hay posibilidad de recuperar nada: tenemos que pagar 60 millones.

La sentencia desestimatoria de la demanda interpuesta en 2013 por Bildu contra los bancos se conoció en 2015. Pese a lo demoledor de la misma, Bildu prefirió recurrirla, patada hacia adelante, con la clara intencionalidad por no tener que aparecer ellos mismos como “pagadores” otra vez, tras los 11 millones pagados a la UTE, por la rescisión del contrato de construcción de las plantas. Hubiese sido surrealista para Bildu aparecer como pagadores de indemnizaciones millonarias a empresas constructoras y a bancos a cambio de no hacer nada y en vísperas de las elecciones municipales y forales de 2015.

No son de recibo las risas de Intxaurrandieta y Errazkin cuando presentaron sus “logros” ante la sociedad guipuzcoana. Todo lo hecho anteriormente por el interés general de Gipuzkoa, lo convirtieron en tóxico.

Tal vez porque quieren convencernos de que sus propios intereses son los intereses de la mayoría, cuando nada está más lejos de la realidad.

Eskerrik asko Bildu.

Carlos Ormazabal Urbizu

Burukide del Gipuzko Buru Batzarra

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